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DIANE KEATON: MUCHO MÁS QUE ANNIE HALL
Por Laura Martínez
Cuando Woody Allen estrenó ‘Annie Hall’ en 1977, no podía imaginar lo que su dupla con Diane Keaton significaría en su vida personal ni en su carrera cinematográfica. Aquel año, la película se convirtió inmediatamente en un film de culto y se llevó los Óscar más relevantes de aquella edición, incluido uno a Mejor Actriz para Keaton y otro a Mejor Director para Allen. Pero su trascendencia no termina ahí. La película se permite lujos como romper la cuarta pared, -momento en el que los personajes hablan a cámara-, se mueve por el delicado terreno de las regresiones en el tiempo y hace gala de una verborrea genial en su guion, marca de la casa del cineasta neoyorkino.
Keaton y Allen se enamoraron haciendo la película y encarnaron, durante la década de los 70, la intelectualidad cool de la escena neoyorkina. Él se convirtió en el director con el que todos querían trabajar y ella, en un referente de autenticidad y libertad. La pareja se rompió por el deseo de ella de volver a Los Ángeles y seguir desarrollando su carrera en Hollywood, pero la amistad siguió intacta con el paso de los años y trabajaron en ocho películas más juntos.
Diane Keaton no es solo una actriz; Annie Hall la convirtió, además, en un icono de estilo. Annie tenía una forma de vestir muy particular: chalecos, corbatas, camisas, sombreros…El estilo del mítico personaje fue replicado hasta la saciedad tanto en las calles como en las alfombras rojas (Véase Julia Roberts recogiendo su flamante Globo de Oro en 1990). Más tarde se supo que la propia Keaton había llevado al set de rodaje su propia ropa en la prueba de vestuario, lo que convenció completamente a Woody Allen de que el papel tenía que ser suyo. Con esa mezcla de carisma, su sentido del humor e innegable autenticidad, Keaton hacía inolvidables todos sus roles y se movía entre comedia y drama con la misma soltura.

Pero antes de Annie Hall, Diane ya había mostrado su talento en películas como ‘The First Wives Club’ o ‘Looking for Mr. Goodbar’ junto a Richard Gere, y más tarde, consolidó su status de reina de la comedia con películas más sofisticadas como ‘Baby Boom’, ‘Husbands and Wifes’ y la maravillosa ‘Something’s Gotta Give’, con Jack Nicholson y Keanu Reeves, con quien se rumoreó que tuvo un breve romance (Well done, Diane). Cada interpretación suya tiene esa mezcla única de vulnerabilidad, humor y fuerza que solo ella sabía transmitir. En los dramas, su presencia es igual de intensa. Interpretando a Kay Adams en las partes II y III de ‘El Padrino’ -donde conoció a Al Pacino- mostró la complejidad de un personaje atrapado entre el amor, la familia y las decisiones difíciles. Su habilidad para moverse entre géneros y personajes demuestra que Diane fue una intérprete capaz de transformar cualquier guion en algo memorable.

Su vida personal estuvo marcada por tres relaciones totémicas con grandes nombres del cine: Woody Allen, con quien formó un fantástico tándem creativo que derivó en una gran relación de amistad hasta el final de sus días; Warren Beatty, quien se casó muy rápido con Annette Bening tras la ruptura; y Al Pacino, con quien vivió una relación intensa y pasional que describe como el gran amor de su vida en su autobiografía ‘Ahora y siempre’. Tres hombres que no pudieron atar a Diane a la vida conyugal que todos perseguían. Keaton vivió su vida según sus propias reglas y ella misma comentó varias veces eso de “no me interesa en absoluto convertirme en esposa de nadie”.

Su risa contagiosa, su mirada llena de vida, su forma de moverse y de vestirse siguen inspirando a generaciones que buscan vivir la vida a su manera. Como Annie Hall, como Diane Keaton, chic, libre e indudablemente única. El legado de su cine quedará siempre en la memoria de generaciones y generaciones que seguirán repitiendo eso de “Oh well…laa-di-da”.
